jueves, 3 de noviembre de 2011

Solo un ejemplo acerca del costo hundido

Estando en clases en una escuela de negocio me di cuenta que no siempre es bien comprendido el concepto del costo hundido. Lo que es extraño porque es bastante simple de entender, sin embargo encontrar un buen ejemplo no siempre es fácil.

Este post es básicamente el ejemplo más básico de costo hundido que alguna vez me dieron, pero refleja claramente la manera en que se debe pensar acerca de este concepto.
Imaginen que están esperando para entrar en su restaurant favorito. Llevan en la fila 30 minutos cuando de pronto el encargado sale y les comenta que probablemente tengan que esperar otros 20 minutos antes de entrar. En este minuto, la mayoría de las personas piensan:
  • Ya llevo 30 minutos en la cola, no pienso esperar 50 minutos solo para sentarme en este restaurant”. Luego de lo cual abandonan el lugar y se van a un servicio de comida rápida, o
  • Este restaurant me gusta mucho, esperar 50 minutos para comer aquí vale la pena”. Por lo que se quedan en la cola y esperan pacientemente su turno.
Ambos raciocinios, si bien son válidos, pasan por alto el concepto del costo hundido.

En este ejemplo, los 30 minutos ya esperados son el costo hundido y deben por tanto ser ignorados al momento de tomar la decisión de quedarse o no en la cola. Son 30 minutos que ya pasaron y no se recuperarán jamás. Lo que es interesante de este ejemplo, es que cualquier información que nos entregue el encargado acerca de la demora probable, que sea menor al tiempo que ya hemos esperado, es absolutamente irrelevante. Esto es interesante porque es contrario a lo que uno podría pensar. Veamos por qué.

Si ya hemos esperado en la fila por 30 minutos, podemos asumir que para nosotros comer en este restaurant vale más que 30 minutos de nuestra vida. En el momento que el encargado nos informa de la espera probable, si es menor a 30 minutos, esta información es completamente irrelevante porque ya hemos establecido que estamos dispuestos a esperar 30 minutos por comer en este restaurant, y los 30 minutos ya transcurridos son costo hundido. La única excepción (que por lo demás es bastante poco probable) sería que un cambio en las circunstancias hagan los próximos 30 minutos más valiosos que los 30 ya transcurridos o que la valoración personal del restaurant sufra una dramática caída que haga que no sea conveniente esperar para comer ahí.

Este ejemplo es bastante simple, pero refleja claramente lo difícil que es algunas veces no valorizar los costos hundidos para tomar decisiones futuras.